3.5. Las proporciones humanas
Desde la antigüedad, egipcios, griegos y romanos utilizaron diferentes tipos de sistemas relacionales que empleaban como pautas y como modelos para dimensionar los objetos y los utensilios que elaboraban. Estos modelos y pautas se utilizaron principalmente para proyectar diversos tipos de construcciones, e incluso para estructurar las tramas urbanas que ordenaban las ciudades. Por esta razón, filósofos, arquitectos y artistas establecieron sistemas basados en estudios del cuerpo humano, en sus dimensiones y en sus proporciones. Fue el filósofo griego Protágoras quien enunció que «el hombre es la medida de todas las cosas». Pero, a pesar del interés presente en el mundo clásico, a lo largo de la historia no se llegó a formalizar una metodología científica que estructurara una disciplina autónoma. Será en el siglo XIX cuando el matemático belga Adolphe Quételet conformará y definirá la antropometría como disciplina.
Uno de los modelos o pautas conocidas en la antigüedad, el canon de Policleto aplicado a la escultura, ha llegado hasta nuestros días. Canon es un término griego que deriva de la palabra caña, aludiendo a la vara que se utilizaba como regla o unidad de medida. Policleto redactó en el siglo V a. C. un tratado de escultura que tituló Kanon. En el texto se establecía un sistema de relaciones proporcionales al cuerpo humano. Utilizando los principios de simetría, equilibrio y disposición, definió unas relaciones armónicas del cuerpo humano que estructuró a partir de la medida de la cabeza. Un cuerpo humano bien proporcionado debía tener una altura de siete medidas de la cabeza. Con esos principios relacionó las distintas partes del cuerpo armónicamente, tanto entre sí como con todo el conjunto. El canon nació como una necesidad para proporcionar un sistema representativo que ayudara a los artistas –escultores principalmente– a crear figuras según el ideal de belleza clásico.
La escultura del Doríforo resume las principales aportaciones de Policleto y, por ello, será considerada en el mundo clásico como un ejemplo natural de las proporciones humanas.
Vitrubio, ingeniero y arquitecto romano, escribió en el siglo I a. C. un tratado de arquitectura que recogía la tradición griega y romana de las proporciones humanas y la trasladó a la arquitectura para crear diseños de edificios y de construcciones civiles. Este tratado será recuperado mil quinientos años después por Leonardo da Vinci en sus estudios del cuerpo humano. Leonardo sintetizará en el hombre de Vitrubio las proporciones armónicas del cuerpo humano. Un dibujo humano que presenta dos figuras geométricas, un cuadrado y un círculo, que enmarcan a un individuo con las extremidades sobreimpresas y en dos posiciones distintas. Leonardo, como en el periodo clásico, vuelve a situar al individuo en el centro del universo y posiciona al ser humano como principal referente para toda la producción técnica y artística de la época.
La recuperación del sistema proporcional humano y de los diversos sistemas matemáticos y geométricos que emanan de la propia naturaleza, como la sección áurea y la sucesión de Fibonacci, serán una de las principales aportaciones del Renacimiento a la cultura moderna. Una de las aportaciones más significativas de la época será la de Durero, que sintetizó las tradiciones teóricas y prácticas en su tratado De las medidas. En el texto, el autor recoge y combina ambas tradiciones para establecer metodologías y para implementar en las diferentes disciplinas artísticas las proporciones y los movimientos humanos. Algunos teóricos, como Pheasant, consideran estas aportaciones como las precursoras disciplinarias de la antropometría científica.
Pero deberemos esperar hasta mediados del siglo XX para encontrar una nueva propuesta de articulación de todo el sistema constructivo humano a partir de un modelo basado en las dimensiones de los individuos. Será Le Corbusier, el arquitecto francés, quien elaborará una propuesta proporcional de medidas que aplicará a la arquitectura y también a todos los objetos relacionados con los espacios arquitectónicos. Una idea que propondrá una idealización de las medidas humanas a la que llamará Le Modulor [‘el Modulor’].
El Modulor establece un doble sistema de proporciones (la serie roja y la serie azul) que se basa en el número áureo y en la serie Fibonacci. Presenta las medidas de un individuo a partir del ombligo y con un brazo extendido verticalmente. Le Corbusier consideraba que el ser humano era la razón que podía articular todas las cosas y por lo tanto el principal criterio a utilizar para resolver los distintos problemas.
En el ámbito del diseño será el norteamericano Henry Dreyfuss quien en 1955 publicará Designing for people, donde destacó la importancia de los aspectos dimensionales, físicos y psíquicos de les seres humanos para el mundo del proyecto. Dreyfuss y su equipo de diseñadores promovieron el estudio de lo que llamaron factores humanos y su aplicación a la producción industrial de objetos; por esta razón, se consideran los principales impulsores y pioneros de la aplicación en el diseño de los factores humanos.
El equipo de diseñadores del estudio de Dreyfuss creó dos modelos humanos arquetípicos que llamaron «Joe» y «Josephine» para reflejar el individuo típico americano. Estos modelos fueron y son utilizados todavía hoy para desarrollar los diseños de multitud de aparatos, elementos de transporte y objetos de la vida cotidiana. La consideración y normalización del dimorfismo sexual supuso, en ese momento histórico, una ponderación de la igualdad entre sexos.