2.2. Finalidades del diseño universal
Las estrategias que promueve el diseño universal se orientan hacia la igualdad de oportunidades entre individuos, básicamente mediante su participación en los entornos que acogen los distintos tipos de actividades sociales y culturales. El ámbito público ha asumido la importancia del diseño universal y, por eso, fomenta la incorporación de sus principios en la educación, la formación y la concienciación de los profesionales implicados en la planificación y formalización de nuestro entorno.
Se ha considerado necesario formar e introducir los valores del diseño universal entre los profesionales de las disciplinas implicadas. La difusión del proceso que propone el diseño universal se ha orientado para que los profesionales adquieran habilidades para percibir las relaciones entre los seres humanos y su entorno, para ajustar los espacios a las necesidades humanas y aumentar la utilidad de todos los elementos artificiales, mejorando su uso e incrementado su utilidad. De esta forma se capacita a los principales responsables de la definición y configuración de nuestros contextos para que apliquen recursos en beneficio de todos los individuos. El «diseño para todos» intenta introducir nuevas actitudes y promover comportamientos que beneficien y reviertan en la sociedad.
Del conjunto de estrategias que promueve el diseño universal, debemos destacar el conocimiento de los comportamientos y actitudes de los usuarios como fuente de datos. La información que proporcionan estos datos ofrece recursos para organizar y planificar las experiencias de las personas, de manera que se facilite su participación en los entornos artificiales. Para conseguir los objetivos del diseño universal, deben implicarse tanto los profesionales de las actividades relacionadas con la construcción del entorno como los potenciales usuarios de dichos ambientes, actuando de forma coordinada y cooperando entre ellos para encontrar y proponer soluciones amplias y generales. Se trata, en definitiva, de disponer las cosas para todos. Es decir, disponer los elementos contextuales para que las personas sean capaces de comprenderlos y utilizarlos con la máxima independencia individual y de la misma manera que los demás. El objetivo se centra en alcanzar el máximo número de personas posible para garantizar la igualdad de oportunidades en el desarrollo de las actividades humanas: productivas, económicas, culturales, sociales y personales.
Entre los métodos que se han propuesto para desarrollar las finalidades que promueve el diseño universal podemos destacar el denominado HUMBLES (acrónimo compuesto por las iniciales de las siete etapas del proceso), creado para facilitar al mundo empresarial la aplicación del «diseño para todos» como estrategia (Aragall y Montaña, 2012).